domingo, 15 de mayo de 2016

Los plátanos y los palmeros

Actualmente el plátano sufre una difícil situación, que está afectando a la viabilidad económica de las explotaciones de las islas. Además, en La Palma se está creando una explosiva situación de tensión social, a diferencia de Tenerife o Gran Canaria.

La Palma supone el 33% de la producción de Canarias. Sin embargo, en el 2015 en La Palma se picó el 41% de lo destruido en Canarias, unas 4.400 toneladas. Esto supuso unos 63 kg tirados por habitante, mientras que para el resto de los canarios no se llegó a 6 kg por habitante. 

Casi el 50% de los agricultores de Canarias viven en La Palma. Son algo más de 4000 los agricultores que cultivan unas 3000 hectáreas de plátano. Allí la mayor parte de los cultivos son al aire libre, con sólo un 23% de la superficie de invernadero canaria, que se concentra en Tenerife y sobretodo Gran Canaria. Los cultivos al aire libre son los que tienen un peor rendimiento y sufren mayores daños por viento y otros eventos meteorológicos.

Las picas en la Palma suponen un agravio añadido a las de Gran Canaria y Tenerife dada la menor demanda de excedentes para consumo local o para la ganadería. Hasta la semana 19 del presente año hemos retirado de la comercialización unas 8000 toneladas, y nos acercamos ya a la cifra retirada durante todo el 2015. Hemos enviado a bancos de alimento unas 3000 toneladas, con el perjuicio añadido de sufragar los agricultores su empaquetado y envío. 

Se percibe en la isla un mayor nivel de descontento y la falta de respuesta por los representantes del sector. Son necesarias actividades que siembren interés, ilusión y la confianza en la viabilidad económica del sector. Nuestros agricultores, sobre todo en La Palma, son auténticos artesanos del paisaje, un paisaje que es referente visual y una parte de la imagen de las islas en todo el mundo. Nuestros agricultores merecen apoyo y solidaridad, además ateniendo al escaso uso de fitosanitarios en una agricultura compatible con el rico entorno natural de las islas.

Necesitamos un enfoque especial para nuestros cultivos al aire libre, reconociendo su especial papel social y paisajístico. Demandamos también alguna regulación que vincule los precios para los consumidores con lo que reciben los productores. 

Pero sobre todo tenemos que cambiar nuestras formas de trabajar: tenemos que mejorar la relación con los consumidores. Es el País Vasco la comunidad de mayor consumo de plátanos en España, pero en Canarias nuestros turistas no cuentan en muchos casos ni siquiera con plátanos. Algo falla en nuestra comercialización y distribución: tenemos que unir esfuerzos entre las fragmentadas empresas de las islas.

Hay otras mejoras posibles: tenemos que trabajar en incorporar las nuevas generaciones al campo, añadir más abonos orgánicos a nuestros cultivos, mejorar el equilibrio con nuestro entorno natural. Trabajemos en lograr un futuro sostenible para nuestras islas y para nuestra gente.

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