sábado, 19 de marzo de 2016

Plátanos y tomates ¿en el mismo barco?



Recientemente se ha conmemorado los 130 años del cultivo del tomate en Telde. Hace ya más de 100 años que plantamos, regamos y cultivamos tomates y plátanos en Canarias, desde Telde a Tazacorte y de Gran Tarajal hasta Hermigua.

Estos cultivos han sido una referencia económica y social de primer orden durante el último siglo. Son cultivos que han generado grandes cambios en Canarias: gracias a ellos se introdujeron en las islas la navegación a vapor, los explosivos, el cemento o los motores diesel para generar electricidad y bombear agua, por no hablar de la introducción de papas para semilla o incluso las primeras vacas lecheras.

¿Estamos al final de un ciclo? ¿Sobra en Canarias el campo y la agricultura? Debemos cambiar ya de rumbo: el actual modelo conduce al destierro, el olvido y la marginación de lo rural, del campo y de los campesinos. ¿Es esto el futuro?

La efemeride de tomates y plátanos en Tamarán y La Orotava no es algo para tratar como curiosidad histórica. Estamos hablando más de 20.000 puestos de trabajo para los tomates y otros tantos para los plátanos a comienzos del presente siglo. Se ha generado un paisaje productivo de esfuerzo, y fueron más de 400.000 toneladas de fruta canaria exportada al norte de los Pirineos, que nos ha vinculado social y económicamente con ciudades como Rotterdam o Southampton, puertas cosmopolitas de la Europa industrial. Por desgracia, de producir en el año 1995 algo más de 360.000 toneladas de tomates (y hasta 400.000 de plátanos), hemos pasado en 2015 a la pírrica cifra de 32.000 toneladas de tomates, un 8% de lo que teníamos hace solo veinte años. ¿Llevamos a los plátanos por ese rumbo?

Nuestros agricultores tomateros sufren hoy una competencia desleal: una hora de trabajo en Marruecos vale 0,20€ ¿es este el modelo para Canarias? Se multiplican los problemas con los fletes y con ayudas comprometidas por la Administración que nunca llegan. Además, seguimos estando divididos, con una comercialización muy fragmentada: más de 70 empresas compiten por la comercialización de los tomates, en vez de aunar fuerzas en intereses comunes como la compra de semillas, productos fitosanitarios, transporte marítimo y terrestre, etcétera. 

Los plátanos comparten muchos problemas y soluciones: es imposible que más de 30 entidades exportadoras compitan con las enormes multinacionales, mientras se reduce la cuota de mercado y la influencia sobre éste. 

Tenemos que esforzarnos en no repetir la historia del tomate canario. Hagamos un esfuerzo para recuperar la unidad local, para competir en mercados cada vez más difíciles. Los productos de nuestra tierra deben ser de calidad y solvencia plenamente demostradas. 

Planifiquemos una estrategia común, en la producción, transporte y distribución, pero también en la comercialización y la búsqueda de mercados. Destruir los excedentes de producción no puede ser la solución. Sembremos compromiso y luchemos por el futuro de nuestra tierra y nuestra gente.

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