sábado, 12 de marzo de 2016

La nueva ley del suelo canaria

Recientemente se ha presentado el borrador de ley del suelo para Canarias. Es de agradecer que se tenga la intención de simplificar la pesada burocracia que pesa sobre nuestro medio rural. Hemos generado toneladas de papeles siguiendo leyes que dificultan, que cierran, amarran y empobrecen a nuestro campo y a nuestros campesinos. Sufrimos leyes alejadas del mundo rural, de su gente, de sus usos y de sus costumbres, que han ignorado el territorio en el que se aplican. Hemos llamado protección ambiental a las barreras creadas a modo de gambuesas, como si los campesinos fueran ganado al que encerrar apartados del campo.


Esta ley está generando un debate abierto: nuestros legisladores están escuchando y dialogando con toda la sociedad, y en particular con el mundo rural, tantas veces ignorado. Es un documento diferente y novedoso en su tramitación, ya que quiere contar de verdad con los afectados. Nuestro territorio es complicado y el marco de leyes actual ha generado un ovillo de sogas llenas de nudos, como dice el amigo Pedro Molina. 

Sustituir las leyes anteriores no es fácil, ya que son tan restrictivas que impiden la mayor parte de los usos tradicionales. La maraña de administraciones competentes han desarrollado un marco legal inaplicable: mientras unos autorizan, otros prohíben. Casos tan frecuentes como la construcción de un baño en un asentamiento rural, según sea una Consejería u otra, se aprueba o se deniega casi a la vez. Levantar una pared, construir un gallinero o un cortaviento, se vuelven tareas imposibles, ya que las calificaciones territoriales en muchos casos no sólo demoran las autorizaciones sine die, sino que impiden los usos más elementales. Es paradójico que los escombros de una galería tengan que ser llevados a un vertedero autorizado, pero no se autorice el mantenimiento de pistas hasta allí; o que se considere un eucaliptal como bosque potencial.

El abandono de nuestros campos se debe a sequías y vientos, pero más a las importaciones de alimentos del exterior en un entorno legal inaplicable.

El borrador protege los usos tradicionales en suelo rústico. El mero hecho de permitir la limpieza y retirada de maleza de nuestros campos es altamente positivo. Hasta ahora prevalecía siempre la protección de especies endémicas: las higueras, los almendros y tantos otros frutales, hoy están ahogados por tabaibas, escobones, y pinos, pero también por la desidia. Esta ley puede ser una ventana abierta a otra manera de gestionar nuestro territorio.

El campo debe dejar de significar pasado, hambre y miseria. Hemos de participar todos, para sembrar de optimismo y esperanza el olvidado y marginado mundo rural. 

Enhorabuena a los legisladores. Animarles desde aquí al diálogo y a la participación para una mejor gestión del territorio. Cortemos los miles de cortocircuitos de las leyes anteriores, con el objetivo de convivir hombre y naturaleza. Está en nuestras manos que este documento sea útil y contribuya a que nuestros campesinos se acerquen a nuestra tierra.

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