Leemos con preocupación el borrador que
propone la Consejería de Agricultura de la Comunidad Autónoma de Canarias para
el PDR 2014/2020, ya que está en juego un importante nivel de inversión de
fondos europeos y, lo que no es menos importante, criterios de valoración sobre
el suelo y sus usos en un territorio como el canario, en el que ya tenemos
declarado como protegido, bien como ZEPA o LIC, el 40% del territorio de las
Islas. En el documento que propone la Consejería de Agricultura con la
categoría de urbano y periurbano queda como suelo rústico una reducida
superficie de las actuales tierras de cultivo.
Es bueno que sepamos que no hay un solo
criterio de urbano y rústico, tal y como nos propone dicho documento. Así, por
ejemplo, en Dinamarca núcleo urbano es aquel que tiene más de 200 habitantes.
En España se establecen como urbano los núcleos de más de 10.000 habitantes, y
en Japón aquellos que tienen más de 30.000. Hay otros criterios que establecen
lo urbano y lo rural por actividades productivas o bien por densidad de
población, estableciendo como urbano los territorios que tienen más de 200
habitantes por kilómetro cuadrado. En el nuestro caso, es difícil la aplicación
de los criterios anteriormente comentados ya que estamos en un territorio con
más de 200 habitantes por kilómetro cuadrado, y en el que los asentamientos de
población urbanos y de turismo hacen que gran parte de las tierras de cultivo
tengan en sus proximidades núcleos de población, bien sean de nuestros centros
o bien asentamientos turísticos.
El actual documento que comentamos sitúa
como núcleos urbanos y periurbanos en Tenerife toda la cornisa norte, desde
Puerto de la Cruz hasta Punta del Hidalgo, incluyendo el entorno de La Laguna,
gran parte de Tegueste, hasta alcanzar Anaga a la altura de San Andrés,
situación que se extiende por el sur de Tenerife desde el barranco de El Río
hasta Acantilados de Los Gigantes. Queda fuera un pequeño espacio entre Playa
San Juan y Alcalá, es decir, queda como suelo rústico gran parte de las
medianías de sotavento desde Agache a Valle Santiago, el macizo de Teno y una
amplia comarca que alcanza hasta la ladera de Tigaiga, y por supuesto, el Parque
Nacional del Teide y el Parque Rural de Anaga.
Para el caso de gran Canaria, la
situación es similar, no teniendo mejor suerte Fuerteventura, en la que, a
pesar de la extensión de la isla y la menor densidad de población, queda como
rústico el municipio de Betancuria. La situación que se repite en Lanzarote,
incluyendo como urbano incluso la isla de La Graciosa.
Así pues, ese singular mapa deja como
suelo rural parte de las cumbres de Gran Canaria hasta La Aldea y Agaete, el
entorno de los pinos de Gáldar hasta Tejeda, y las islas de La Gomera, El
Hierro y La Palma, es decir, gran parte de las tierras de cultivo, bien sean de
regadío o de secano, quedan fuera de la calificación de espacio rural, y en
consecuencia, la agricultura y la ganadería no solo quedan privadas de
importantes fondos europeos para el periodo 2014/2020, sino que quedara ese
territorio discriminado por estas categorías de protección que separa al hombre
y la naturaleza de los usos tradicionales de la agricultura.
Creemos que los criterios establecidos
para realizar tal mapa no son aplicables a Canarias, no solo porque tenemos más
de 200 habitantes por kilómetro cuadrado, sino porque la aplicación de tales
medidas tienen mucho de subjetividad en esa mal entendida relación
campo-ciudad, en la que lo rural es sinónimo de pasado, de lo tradicional, y lo
urbano, referencia de modernidad, de progreso, criterios estos que creemos que
están en entredicho en estos momentos, máxime cuando en países de alta densidad
de población y gran actividad ganadera como Holanda, Bélgica y otros puntos del
centro de Europa o del norte de Italia conviven espacios urbanos y rurales, sin
que tengan la pesada carga burocrática y discriminatoria que significa declarar
criterios que alejan al hombre de la actividad agraria y de los usos
tradicionales de la tierra. Por ello, creemos que estos criterios continentales
y burocráticos no solo son desafortunados sino que hay que retirarlos como
documento y propuesta, pues agravan los usos tradicionales y toda actividad del
sector primario en nuestro maltratado mundo rural.
Y qué decir de las referencias entre usos
urbanos y rústicos bien sean en una comunidad, una provincia, un municipio, es
decir, la relación entre actividades del sector primario en la que, según los
criterios, los usos del suelo y el número de habitantes indican índices de
urbanidad o ruralidad diferentes. Por ello, rogamos a los responsables de tal
documento su retirada, y sentarnos para elaborar alternativas a él, recogiendo
no solo aspectos de subjetividad y objetividad del exterior, sino también la
relación que tenemos en un marco insular tan singular como el canario y en el
que las actividades del sector primario son tan básicas, como es nuestro caso,
y por supuesto porque no hay una sola vara de medir universal, como aparece en
la filosofía del actual documento.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN
GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 31 de Mayo de 2014
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