El pasado jueves se celebró la reunión maratoniana, de cinco
horas, sobre la agricultura canaria, sus problemas y alternativas, organizada
por Tribuna Fórum en La
Laguna. Un debate preocupado por el futuro del sector, con
mucha información y planteamientos, en algunos casos encontrados, entendiendo
que hemos de dar cambios importantes para corregir el actual rumbo de la nave.
Por todos es asumido que el sector primario es clave para el
futuro de las Islas, no solo por las demandas de los estómagos locales, sino
que lo es también en los planos sociales, ambientales y culturales. Se puso de
manifiesto que los actuales cuellos de botella, si bien son limitantes (agua,
suelo, topografía…) no lo es menos el marco jurídico, con una maraña de leyes
bien locales, bien impuestas desde el exterior, que aún hacen más difícil la
actividad agrario-ganadera en las Islas, valga como ejemplo los problemas de
los aranceles o las leyes comunitarias aplicadas en nuestro territorio. Como
referencia se planteó el caso de las importaciones de queso que dan lugar a
lecturas engañosas, al tener como denominación de origen tipo gouda o manchego,
aunque no reúnan las exigencias locales de ambas denominaciones de origen. En
este mismo plano, se planteó la situación del llamado comercio triangular por
el que entran en Canarias productos de la Unión Europea
producidos en terceros países. El marco legislativo vigente en las Islas crea
también numerosos problemas, ya que ha estado al margen de la problemática del
sector primario.
Valga como referencia el planteamiento que hizo Pedro Molina
sobre las explotaciones ganaderas, de las que existen unas nueve mil pendientes
de la legislación municipal y los correspondientes planeamientos urbanísticos,
puesto que si bien cumplen en el plano sanitario y en la legislación
comunitaria, tienen numerosas dificultades por la presión del suelo urbano
sobre el suelo rústico.
En relación al marco legislativo comunitario es de destacar
que se han creado muchos problemas, dada la rigidez de dichas leyes y su
difícil aplicación en nuestros medios insulares. Un ejemplo es la Ley de Bienestar Animal, que
ha producido numerosas dificultades en las granjas avícolas, generando una
crisis importante en el sector, seguramente su aplicación generará numeroso
problemas al resto de la actividad ganadera en las islas en los próximos años.
En el caso de la avicultura, no solo ha incrementado los costes por las
exigencias en la ampliación de espacio y mejora de instalaciones, sino que ha
hecho inviable numerosas explotaciones ante la demanda de más recursos
económicos y territoriales. Así, hemos pasado de autoabastecernos de huevos
hace tres años a importar un 30% el pasado año, por tanto haciéndonos más
dependientes del exterior; importaciones de países en los que no se existe tal
marco teórico de bienestar animal, ni las exigencias en la alimentación que se
nos pide a los productores comunitarios, esta situación empobrece el sector
productivo local. ¿Qué decir tiene las exigencias de alimentar las granjas con
proteínas de origen vegetal y la tolerancia que hay en terceros países al uso
de harinas de origen animal?. Es más, gran parte de los productos que
consumimos en Canarias vienen de terceros países a los que no se les aplica
aranceles de entrada, ni nadie les pide el DNI de procedencia, pues tengamos en
cuenta que lo que dejamos de pagar en aranceles de estas importaciones supera
económicamente las ayudas del REA a los productos que proceden de la UE y que consumimos en
Canarias.
Las razones expuestas anteriormente son parte del lastre que
impide que nuestros jóvenes miren para el campo. ¿Cómo les vamos a pedir
esfuerzos con este panorama? Por ello, en el debate del pasado jueves se puso
de manifiesto las duras dificultades que tiene el sector primario en las Islas,
pues las importaciones de choque de los últimos veinte años, que han supuesto
un duro atropello a las producciones locales, como ha ocurrido con la actividad
ganadera, de la que importamos más de 40 kilos por habitante y año o bien, con las
papas de las que no superamos el 50% de nuestro autoabasteciemiento, son
algunas de los problemas del sector en las Islas.
El futuro pasa no solo por invertir en el campo, sino
sobretodo por dignificar la vida de los campesinos en el plano social y económico,
asegurando una serie de garantías básicas para el sector, en el que las leyes
tengan en cuenta la opinión de los hombres y las mujeres que viven y trabajan
en el campo. La Ley
de Bienestar Animal es una ley hecha en una época alegre de la Europa rica, cargada de
excedentes agrarios y lo que nos parece peor, alejada de la problemática del
mundo rural y posiblemente influenciada por los grandes grupos de presión en la
distribución de alimentos. Dudamos que tuvieran mucha preocupación por el
bienestar de las gallinas a las que les han puesto entre otras cosas, unos
ponederos en la intimidad, que tan caros les está saliendo a nuestros
ganaderos. Sin embargo, sí sabemos que nos hacen más pobres, más dependiente y
lo que no es menos importante: nos hacen alimentarnos con Obnnis (objetos
nutritivos no identificados).
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 6 de Abril 2013
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