Ante la dura situación actual, estamos en la obligación de
sembrar optimismo, de hacer surcos, de buscar alternativas y poner semillas que
den frutos. Hemos de canalizar cuantas iniciativas aporten y optimicen
recursos, a la vez que hacemos esta tierra más justa social y ambientalmente.
Hay alternativa a las carencias básicas que sufrimos en el presente.
Los agricultores no se injertan; son hijos de un largo
proceso cultural y social cargado de experiencia, de sabiduría y de compromiso,
de ilusión y de sueños. El campo tiene mucho de cultura familiar; lo que somos
siempre tiene mucho que ver con el entorno en el que hemos vivido.
Demos la enhorabuena a los campesinos que viven el presente
con una lectura del ayer y un compromiso con el futuro. Allí un amplio
colectivo se ha negado a tirar la toalla y sigue manteniendo un campo como
antaño. Este modelo, si se permite, victoriero, no sólo genera puestos de
trabajo y alimentos, sino estabilidad social. ¿Cuántos miles de puestos de
trabajo se podrían generar en la isla de Tenerife si estuviese cultivada como La Victoria ?
Es un paisaje que invita a visitar y contemplar sus bellos
rincones; no sólo por placer estético, sino también como una referencia de otra
manera de hacer las cosas. Los cultivos de papas y castaños tienen mucho de
sabiduría y de observación, en los que sirven de complemento los aportes de
materia vegetal de los castaños con la función de paraguas de protección de las
papas ante el sereno; incluso el periodo no vegetativo del castaño es positivo
para el desarrollo de las papas.
Se ha realizado un gran esfuerzo para mantener las papas de
color, con un número amplio de variedades que permiten ante diferentes
situaciones climatológicas conseguir cosechas; unas son más tolerantes o exigentes
al viento, a la sequía o al calor. La polilla guatemalteca es una grave
amenaza, así como el deterioro de la fertilidad del suelo. Es fundamental la
rotación de cultivos con leguminosas, cereales o manchón. La viña es el cultivo
dominante en la comarca, casi en monocultivo en las zonas que ocupa. La
orientación hacia el oeste de la comarca hace que allí se produzcan unos vinos
de gran calidad por la gran insolación. Hace cuarenta años la vid compartía el
territorio con papas y legumbres; la viña en el periodo no vegetativo se
recogía al pie de los ribazos, extendiéndola en la primavera levantada sobre
horquetillas y varas. Ahora se cultiva en espaldera fija, suprimiendo la
rotación y perdiendo capacidad para cavar y fertilizar los suelos, como se hacía
antes, en muchos casos con amplio uso de herbicidas, con pérdida de oxigenación
y fertilización de los suelos.
Si aplicáramos el modelo rural de La Vitoria a nuestras
medianías, sólo en la producción de papas y vino se generarían más de 20.000
puestos de trabajo en Canarias. Como bien dice Eladio, del guachinche y bodega
Sacatín, para ello hay que tomar medidas con las importaciones de vinos y papas
que en estos últimos años se han realizado con muchos interrogantes para los
agricultores y productores. Lo que ocurre en La Victoria de Acentejo es
una lección de que otro campo es posible. Generemos motivación y estímulo, y
tomemos medidas que protejan la actividad y el esfuerzo de los hombres y
mujeres que quieran hacer surcos en esta tierra. Otras islas son posibles, más
justas y sostenibles en los planos social y el ambiental.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 13 de Abril 2013
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