Desgraciadamente, el panorama ha cambiado drásticamente en
la actualidad. Lejos queda la cifra de pobladores pasada, con más de cinco mil
habitantes (hoy con menos de dos mil), y lejos también quedan las cifras de
superficie cultivada y toneladas de plátanos producidas (reducidas a menos del
30% en estos momentos). Ahora reina el abandono por el envejecimiento de los
agricultores y la destrucción de gran parte del paisaje agrario abancalado como
consecuencia del parón de las labores agrícolas y la recolonización de
vegetación espontánea con el consiguiente riesgo de incendio (sobran
aclaraciones sobre el reciente incendio insular y los que se han producido en
el valle de Hermigua).
La mejor forma de paliar los terribles efectos de la crisis
económica que estamos sufriendo en nuestras Islas es la revitalización agraria.
En este municipio, es el camino fundamental y casi único para garantizar la
subsistencia de una población hoy condenada al sufrimiento del paro.
Si los sufridos agricultores del siglo pasado pudieran
admirar y disfrutar de las ventajas técnicas actuales, no darían crédito a sus
ojos. Pensarían que sin duda se trata de otro mundo, y es que realmente lo es.
Ahora se dispone de mayor caudal y mejor red de riego que nunca. Se ha pasado
de viejas acequias de tierra a modernas canalizaciones que parten de la presas
y de los tomaderos. El agua es abundante y tiene un coste simbólico para el
mantenimiento de la red y su gestión. Una amplia red de carreteras y pistas
asfaltadas facilita la comunicación en la adversa topografía local; sin duda
los vehículos a motor han hecho olvidar los abundantes y sufridos burros de
carga. No obstante, estas ventajas actuales tropiezan con dificultades,
salvables siempre y cuando exista voluntad política y social, para poner en
producción uno de los territorios potencialmente más ricos de Canarias.
Hermigua puede convertirse en la despensa de la Isla y de
parte del Archipiélago con frutas y sobre todo hortalizas. Además, se deben
mantener y aumentar los cultivos de exportación -plátanos, aguacates, papayas,
etcétera-. Para ello se necesita un programa de estímulo y fomento de lo
agrario entre nuestra juventud, además de medidas que faciliten el acceso al
uso de las tierras de cultivo.
Gran parte de las parcelas son pequeños minifundios (la
unidad de medida tradicional es la fanega gomera, de unos ciento sesenta y seis
metros cuadrados), cuyos propietarios viven en su mayoría fuera de la Isla. Por
esta razón fundamental, se precisa con urgencia la creación de un banco de
tierras que facilite el acceso a nuevos cultivadores y que penalice, si fuera
preciso, el abandono por razones ecológicas y sociales.
No se puede permitir, con los tiempos que corren,
desperdiciar unos recursos básicos para la supervivencia, como son el agua y la
tierra cultivable. Hermigua debe convertirse en un auténtico invernadero
natural, por sus excelentes condiciones climáticas y la riqueza de un suelo,
que dispone de caudales de riego abundantes.
Con estas modestas reflexiones animo a los gomeros de dentro
y de fuera de la Isla, así como a los responsables políticos locales,
regionales y del Estado, a poner en práctica políticas de fomento de la
agricultura y la ganadería. Es la alternativa estratégica para fijar población
y bajar los niveles de dependencia alimentaria externa. Construyamos con estas
medidas un municipio y una isla más sostenible en lo alimentario,
reconstruyamos el paisaje y revaloricemos la cultura tradicional.
Éste ha sido un territorio testigo del esfuerzo de
generaciones de agricultores y del ahorro de emigrantes americanos para
abancalar unas laderas imposibles. El esfuerzo dedicado es igualable a la
cultura incaica del Perú precolombino. Es un paisaje agrario, vivo y dinámico,
en equilibrio con las masas boscosas del parque nacional. No se puede explicar
la supervivencia de tan magníficas masas forestales y el cuidado histórico por
el agua de riego sin tener en cuenta la cultura agraria de los valles de
medianías, que son complementarios e inseparables.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 16 de Febrero 2013
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