En estos momentos se debate en la Unión Europea (UE) la
Política Agraria para los próximos años. Además, la Organización Mundial del
Comercio (OMC) acusa a Europa de excesivo proteccionismo hacia su agricultura.
Existe a la vez un debate en diversos ámbitos sobre el papel de la agricultura
como cultura, paisaje, historia, fijación de la población…, en vez de simple
producción de alimentos mediante máquinas y productos químicos, sin
agricultores.
En Canarias las razones principales que hemos argumentado en
defensa del cultivo del plátano han estado en sintonía con las propuestas
sociales de la UE: fijación de población en el mundo rural, creación de puestos
de trabajo (unos treinta mil), mantenimiento del tejido productivo (unas doce
mil explotaciones), paisaje, cultura y un cultivo con más de cien años de
historia.
Sin embargo, los acontecimientos de los últimos años han
traído un giro importante a la realidad canaria, devaluando gran parte de los
argumentos anteriores. El economista Juan Nuez acaba de publicar los siguientes
datos: del total de más de diez mil explotaciones plataneras en 1997 se ha
pasado a unas ocho mil doscientas en 2010; eso significa que se han perdido
unas doscientas explotaciones por año.
Han tirado la toalla gran parte de los agricultores que
producían menos de cuarenta toneladas de plátanos al año, mientras que han
aumentado los agricultores de más cuarenta toneladas; la producción de plátanos
se está concentrando en menos manos.
Ha aumentado significativamente el cultivo en invernadero.
Las ayudas de la UE (a través del Posei) dan ventaja al aumento de la
productividad sobre el mantenimiento del paisaje, al repartirse unos ciento
cuarenta y un millones de euros para los kilogramos producidos. Las más de ocho
mil doscientas hectáreas cultivadas al aire libre solo reciben una prima
adicional del cinco por ciento de las ayudas del Posei (unos siete millones de
euros), lo que supone unos mil doscientos euros por hectárea. Se favorece así
el aumento de la productividad bajo invernadero, con un importante impacto
paisajístico.
En el caso canario es muy significativo que el cultivo más
mimado que hemos tenido en las Islas, con ayudas que superan los ciento
cuarenta millones de euros anuales, esté perdiendo gran parte de sus
explotaciones, siendo muy significativo que en numerosas zonas de pequeñas
explotaciones (por ejemplo, en La Gomera) casi han desaparecido. En áreas de agricultura
familiar como Los Sauces, el Valle de Aridane o Valle de Guerra y Tejina se ven
numerosos lunares de tierras cultivadas de plátanos hasta hace unos años y
ahora en abandono.
La salud del sector platanero en Canarias tiene mucho que
ver con el cultivo al aire libre y con una cultura familiar. Es en este plano,
como bien plantea Juan Nuez, donde las ayudas deben ser más verdes sobre los
planteamientos productivistas que han potenciado el plástico incluso en zonas
de discutible necesidad (por ejemplo, Tazacorte, Gáldar, Guía y el suroeste de
Tenerife).
Los argumentos sociales y de una economía verde con los que
se ha defendido el plátano canario son claves para el futuro de este sector,
que no puede seguir perdiendo doscientas explotaciones al año, ocasionando
pérdidas a numerosas economías familiares. La agricultura de plantación no
puede ser el futuro del cultivo del plátano en Canarias.
La agricultura en nuestras Islas es algo más que cosecha: Es
armonización de paisaje, singularidad histórica, población y cultura. Gracias a
la condiciones tan especiales que se dan en nuestro campo es con lo que hemos
logrado las vigentes ayudas europeas.
El cultivo del plátano debe estar en sintonía con otros
sectores de la agricultura canaria, en la que de ninguna manera las importantes
ayudas de la UE signifique discriminar al resto de agricultores y ganaderos de
esta tierra.
Estas líneas pretenden apoyar los argumentos que hemos
tenido desde el principio para defender el plátano canario como una actividad
social, que arraiga a la población al medio rural, que frena los procesos
erosivos al mantener los bancales cultivados, que mantiene el paisaje
tradicional y que genera un producto casi artesanal con nuestra pequeña enana
en clara oposición a la agricultura de plantación de las grandes
multinacionales.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 5 de Enero 2013
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