domingo, 17 de enero de 2016

Los plátanos y los barrancos

En España, la mayoría de la fruta la controlan tres o cuatro multinacionales. Canarias aporta ahora poco más del 50% de la oferta de plátanos, y además la maduración solo está parcialmente en nuestras manos. Los plátanos se producen aquí, pero en el resto de la cadena, hasta la compra por los consumidores, solo intervenimos en el empaquetado y el embalaje hasta el puerto peninsular.

Tenemos cinco organizaciones de productores con más de 30 marcas que pretenden dar identidad de producto ante unas "bananas" marcadas por solo tres empresas. Ante una competencia con referencias uniformes en presentación y precio, tenemos que unificar criterios de clasificación y presentación, para dar a nuestro producto una imagen de producto propio y artesanal.
Es absurdo que, después de luchar por una Indicación Geográfica Protegida (IGP), tengamos dicho sello de calidad en el congelador. Esta distinción se otorga en función de unas cualidades físicas, químicas y organolépticas, y reconoce la singularidad de nuestros plátanos, a la vez que garantiza la trazabilidad al consumidor y refuerza la identidad de un producto único.
Por desgracia, parece que luchamos por continuar desprestigiando nuestro producto. Seguimos fragmentando nuestra producción, creando nuevos empaquetados en pequeñas guerras cantonales de entidades situadas en distintos barrancos. Debilitamos lo que hacemos bien, pero también nuestra capacidad de defendemos de forma conjunta ante los tiempos que nos toca vivir. No somos capaces de utilizar herramientas como la IGP, tal como debiera imponer el sentido común por el bien de los más de 8.000 agricultores canarios involucrados.
El Gobierno de Canarias tiene que poner orden: por hacer nosotros mal las cosas, estamos en una situación de precios ruinosos. No podemos continuar perdiendo cuota de mercado: La Unión Europea aporta ahora más de 141 millones de euros anuales para sostener un tejido productivo incapaz de cubrir costes con los precios de mercado. Asprocan, lamentablemente, está hoy totalmente alejada de los campesinos en todo menos en lo económico.
Está en nuestras manos hacer las cosas mejor: la calidad de nuestro producto y nuestro compromiso con los consumidores deben ser nuestros principios básicos. En toda Canarias, solo debe haber dos o tres entidades exportadoras, con una única marca y un solo sello de calidad.
Mandar a la Península entre seis y siete millones de kilos semanales debe ser suficiente para mantener a nuestros productores; no caigamos en guerras fratricidas ni en la avaricia cortoplacista de los últimos tiempos.

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