Estamos aplicando en nuestro mundo rural un marco de leyes
hechas en territorios y por personas alejadas de nuestra realidad, esta
situación se agrava en Canarias ya que no solo estamos en un marco insular con
peculiaridades muy alejadas de lo que ocurre en el continente y en consecuencia
estas leyes son de difícil aplicación, valga como referencia lo ocurrido a un
agricultor en Barlovento con relación a sus ovejas y la actividad agraria
relacionada con el cultivo de plataneras, en los pasados días fue sancionado
porque las ovejas no tenían un estercolero impermeabilizado con estanqueidad,
de tal manera que los purines quedasen aislados por la supuesta contaminación
del acuífero y en consecuencia generan nitrito en las aguas subterráneas, es
decir se le aplican unas leyes hechas en Bruselas en la que la problemática de
la contaminación de los acuíferos no tiene nada que ver con lo que ocurre en
Barlovento.
La política agraria común tiene una especial preocupación
por los aspectos ambientales y las leyes de bienestar animal, es en este plano
en el que desde Bruselas se ha legislado lo que para nosotros resulta de una
gran rigidez; pues no olvidemos que los ríos en el entorno de los países Bajos
y Alemania soportan unas grandes cargas de elementos contaminantes propios de
las densidades de población de la zona, en la que en el caso Belga y Holandés,
no solo viven más de 20 millones de personas si no que tenemos que incorporarle
más de 15 millones entre vacunos y cerdos a la que se une un aparato industrial
potente sobre todo en el campo de la química con una agricultura intensiva muy
desarrollada.
Un marco geográfico cargado de canales navegables, es decir que los ríos Rin,
Mosa y Escalda sufren una gran presión y en consecuencia las autoridades han
hecho un gran esfuerzo en la lucha contra la contaminación, ya que mantener las
aguas con una calidad potable no es nada fácil. Por ello, la sanción impuesta a
una docena de ovejas y al ganadero de Barlovento por la supuesta contaminación
del acuífero, es un despropósito de unas leyes alejadas geográfica pero también
socialmente de nuestro territorio.
Entendemos que los planteamientos que se están aplicando en
Canarias de la llamada Condicionalidad de la Política Agraria Común, necesitan
una revisión de fondo ya que resultan inaplicables; cuando nos hablan del
estiércol que podemos poner en una hectárea de cultivo o si las vacas las
podemos atar o no (si han de estar sueltas o no), si el ganado lo podemos dejar
en el campo a la intemperie o qué tipo de protección le debemos de dar para el
sol o la lluvia, como hemos de tratar las vacas, terneros y cerdos, su
alimentación, el manejo de los pastos y un gran largo etcétera de libros de
registro que debemos de llevar en cada explotación sea pequeña o mediana o los
problemas que tiene una ganadero para deshacerse de un animal que se le muera
en la explotación, que hace aún más problemática la actividad del sector
primario en estas islas.
Es más, la relación que hay entre la actividad agraria o
ganadera en Canarias y Holanda, dista mucho no solo en lo geográfico sino en la
realidad ambiental en la que debemos criar el ganado, las leyes de
Condicionalidad nos dicen que hemos de tener una vaca por hectárea o como hemos
de tratar los pastos o si podemos o no labrar tierras con un 15% dependiente o
como hemos de proteger nuestra flora y fauna, se olvidan de las diferencias que
tiene un país en el que viven más de 400 personas/km2, en la que su paisaje es
enormemente artificial y su naturaleza ha sido totalmente domesticada por el
hombre, al contrario de Canarias que nos queda una naturaleza relativamente
mantenida y nuestros ganaderos y agricultores han convivido con la misma, sin necesidad
de marcos teóricos que nos dicen si podemos tener una vaca suelta o amarrada o
si le debemos poner una sombrilla en el verano para la protección de la misma,
nuestros ganaderos también tienen algo que decir y los documentos que se
redacten han de escuchar las necesidades reales de los mismos, es decir hay que
respetar gran parte de la cultura y de la manera de hacer las cosas que hemos
tenido en esta tierra y en consecuencia no nos merecemos que nos penalicen por
tener un papayero o un naranjo en las tierras cultivadas de plátanos o que el
estercolero aquí se le tengan que aplicar las medidas de las cuencas del Rin,
Escalda, Mosa o Danubio.
Es en este plano en el que entendemos que lo ocurrido con
las ovejas en Barlovento, es algo más que un tema aislado, puesto que está
generando desanimo y preocupación en el mundo rural, por unas leyes que se
aplican desde un plano teórico alejado de nuestra realidad y sobre todo creando
aún más incertidumbre a nuestros campesinos, tan necesitados de crear estado de
ánimo positivo, que motiven sobre todo a nuestros jóvenes a mirar para el campo
con emprendimiento y con garantías de futuro, sembrando y cultivando la tierra
con menos quintales de papeles y más apoyos económico y ambiental, para que el
sector primario vuelva a ocupar un papel importante en la sociedad canaria y
dejemos así de ver a la administración como una burocracia alejada de la
realidad y en muchos casos agresiva hacia el sector primario y es más, las
leyes creemos que no se están aplicando en toda la Unión Europea con la misma
rigidez, un claro ejemplo es el que sucede en Azores, donde las vacas viven a
la intemperie y el ordeño y las actividades ganaderas son mucho más tolerantes
que lo que venimos contando de La Palma o de otros puntos de Canarias, claro
que nos hemos de preocupar por las leyes de bienestar animal, pero también del
bienestar de las personas, de los campesinos y de los urbanos, es en este plano
en el que le pedimos a las autoridades de las islas unos documentos para
defender en Bruselas acordes a nuestra realidad y que destierren para siempre
casos como el comentado en Barlovento, que no ha ocurrido de manera aislada
sino lamentablemente está ocurriendo con mucha frecuencia.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 25 de Enero de 2014
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