sábado, 30 de julio de 2016

La nueva ley del suelo. Entrevista

Ya jubilado como profesor universitario de Geografía y sin cargos públicos, Wladimiro Rodríguez Brito opina en entrevista sobre un asunto que desata mucha controversia en los últimos meses: el anteproyecto de Ley del Suelo aprobado por el Gobierno canario. Quien fuera durante muchos años consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife (por CC) habla, con pasión y convicción, del mundo que mejor conoce: el rural. Defiende que esta futura ley será un primer paso para “dignificarlo” y ” eliminar trabas puestas por urbanitas desde un despacho” a los agricultores y los ganaderos, que hoy apenas proveen el 10% de lo que se come en el Archipiélago. Con un discurso pragmático que parece más apegado al suelo agrícola que al cielo de la teorización académica, reivindica que “no se puede tratar como a especuladores urbanísticos” a los agricultores que quieran tener una tasca o una bodega para disponer de una renta complementaria vinculada al sector primario. Y aunque opina que el texto que propone el Ejecutivo de Fernando Clavijo “no está completo y se puede ir matizando”, lo considera “un documento positivo porque por lo menos empieza a entender el problema del hombre y la mujer del campo canario”.

– El Gobierno canario ha justificado en parte su Ley del Suelo para facilitar la actividad agrícola y ganadera en suelo rústico y darles rentas complementarias. ¿Cumple ese objetivo esa propuesta?

“Las leyes anteriores sobre el suelo en Canarias han nacido y crecido en un marco urbano muy teórico, muy alejado del mundo rural, desde el planteamiento de que había que proteger la naturaleza, pero según una lectura intelectual abstracta, desde la ciudad, en la que no se tenía en cuenta para nada o muy poco al hombre y la mujer del campo. La Geria o las plataneras en malpaíses de La Palma o la Isla Baja o en Playa San Juan, en Tenerife, son paisajes transformados por el hombre para sacar comida y trabajo, pero hoy en nombre de un proteccionismo en abstracto no se podrían hacer. O los machupichu gomeros, miles de paredes hechas en la época de la miseria y de la lucha en Agulo, Lepe o Hermigua, hoy serían imposibles de construir, pues un gomero que quiera levantar una pared tiene hasta que pedir estudio de impacto a dos y tres administraciones públicas, y lo pueden tener hasta un año o más para darle permiso. Se han hecho unas leyes en abstracto, que han perjudicado seriamente a nuestros campesinos, y también a la naturaleza. Con las leyes actuales, si alguien quiere limpiar un pedazo de terreno, en nombre del medio ambiente le aparece el Seprona o los agentes del Cabildo, con la ley en la mano para decirle que hasta las tabaibas están protegidas. Se han hecho leyes alejadas de nuestra realidad social”.

– ¿Cree usted entonces que el anteproyecto de Ley del Suelo responde a ese problema?

“El anteproyecto tiene una gran ventaja: ha tenido más diálogo que leyes anteriores con organizaciones agrarias y gran parte de los ayuntamientos han dicho que sí. Es un buen documento para empezar a cambiar el que se puedan hacer cosas en el mundo rural, el que no tratemos como delincuentes a gran parte de los campesinos. ¿Está completo el anteproyecto de ley? No. Habrá que irlo matizando. Pero es un documento positivo, de los mejores que he leído, porque por lo menos empieza a aproximarse a entender este problema”.

– Pero con la presión demográfica que sufre Tenerife, ¿es posible llegar al punto que usted dice?

“Si queremos que las leyes se cumplan, hay que hacerlas contando con la gente que vive en y de la tierra. Sabiendo que llevamos 2.000 años de historia con cabras en nuestros montes y que se le diga a los pastores que no pueden llevarlas, o no puede entrar con un mulo en Las Cañadas…. Pero sí ponemos muflones para que se diviertan cazándolos ciertos sectores de la sociedad”.

– ¿Qué opina de que los ayuntamientos tengan, si se aprueba esta ley, la potestad de aprobar definitivamente sus planes urbanísticos, decisión que ahora tiene el Gobierno de Canarias?

“Es verdad que hay quien tiene sus dudas sobre si reciben demasiadas competencias a los ayuntamientos. Yo creo que los ayuntamientos tienen que empezar a plantearse muy seriamente que las leyes tienen que ayudar a que la gente viva, trabaje y progrese en el mundo rural, más allá de que algunos hayan tenido una cultura de urbanizar el suelo rústico y no la de defender la producción agrícola. Pero no podemos seguir con la tradición de convertir en clandestino al que tenga una cabra o una vaca o un cochino o una gallina. En el mundo rural a quien construya un cuarto de aperos y atienda la tierra de ese entorno hay que respetarlo. Otra cosa es si el cuarto de apero se hace y no cultiva la tierra. Porque quien cultiva la tierra es un colaborador del medio ambiente”.

– El abandono del mundo rural también ha creado un problema: el mayor riesgo de incendios por la gran cantidad de combustible…

“Para luchar contra los incendios en un territorio donde está el campo tan abandonado, el principal factor para prevenirlo que podríamos tener es el de los campesinos y los pastores, que limpian la tierra. Tenemos que hacer unas leyes que sirvan para el siglo XXI y ver cómo se hacen para que a los jóvenes que quieran volver al mundo rural no los persigamos y maltratemos en nombre de un marco teórico de protección de la naturaleza y diciendo que todas las leyes como esta solo son para vender solares o para especular o para los rentistas urbanistas”

– Precisamente quienes critican el anteproyecto de ley lo hacen por los instrumentos excepcionales que prevé para permitir actividades y usos en suelo rústico no previstos en el planeamiento. Temen que lo de ayudar al sector primario sea una excusa para especular con el suelo…

“Quedan en Canarias como 40.000 hectáreas cultivadas y tenemos abandonadas mas de 60.000. Hemos visto cómo han caído al suelo 5.000 hectáreas de tomates de invernaderos y aquí no ha pasado nada y se han perdido 20.000 empleos. Y tenemos que conseguir que un joven que cultiva un pedazo de tierra, pueda poner algo complementario donde ofrezca sus productos: un sitio de tapas, una bodega. Eso no se puede tratar como si fuera un especulador urbano. Tenemos que conseguir que se pueda volver a mejorar la ganadería y la agricultura. Eso no es urbanizar el medio rural. Esta ley dignifica también una manera cultural de trabajar en el campo, pues se devaluó el mundo rural. Es verdad que ha habido pícaros y especuladores. Pero quienes mejor defienden el suelo rústico son quienes lo cultivan, y para eso hacen falta jóvenes que empiecen a ver que del campo se puede vivir con dignidad”.

-En la vida parlamentaria no hay muchas voces que tengan su punto de vista, el del pequeño y mediano campesino. ¿Por qué?

“Claro, el Parlamento está muy urbanizado. Porque además unos funcionarios desde un despacho le dicen a un agricultor cómo tiene que hacer un estanque o cuánta altura debe tener la pared”.

-Pero todo lo que usted pide no se va a lograr sólo con una Ley del Suelo…

“El mundo rural está en crisis en esta tierra, y habrá que dignificarlo no solo con esta ley sino con muchas otras medidas. Cuando hablamos del Régimen Específico de Abastecimiento (REA) hablamos de cambiar muchas cosas sobre las importaciones cárnicas o de papas de terceros países. Un parado o un pensionista ya no puede vender un saco de papas porque entra Hacienda y lo trata como si fuera un gran defraudador, en un país con pícaros y sinvergüenzas que defraudan millones, los marios condes…”

-Entonces, ¿usted es optimista en el sentido de que la agricultura canaria puede tener un peso importante en nuestra economía si se legisla bien y se le crean las condiciones adecuadas?

“Sí. Cuando veo que aquí hay comarcas que pierden población y veo tierras de cultivo llenas de matorrales, mientras se importan papas y hay turistas que piden productos locales… Aquí hay espacio para crear trabajo y progreso con el sector primario. Tendrán que venir generaciones futuras que vuelvan a la tierra. No puede ser que la gente vaya a los bancos de alimentos y aquí las tierras sin cultivar. No podemos vivir aquí dos millones de personas de espaldas a la agricultura, trayendo más del 90% de lo que comemos en bodegas de barcos y aviones”.

* Una entrevista de Vicente Pérez para el Diario de Avisos

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