Leemos las quejas de varias asociaciones de vecinos de La
Orotava sobre los órganos de gestión del Parque Nacional del Teide y el olvido
de dichas asociaciones en el patronato.
En los tiempos que corren, tenemos que hacer un esfuerzo en incluir la problemática
del mundo rural, su cultura, sus vivencias y posibles alternativas tanto en el
modelo de trabajo como de gestión de nuestra naturaleza, generalmente nacidos
en el mundo urbano ya que en sus planteamientos han olvidado en gran parte al
hombre, su cultura y sus vivencias en la gestión de nuestra naturaleza,
priorizando unos planteamientos teóricos que ignoran gran parte de la rica
cultura que ha convivido en nuestro territorio más allá de los aspectos
geológicos, botánicos o una serie de teorías que degradan la cultura del medio
rural.
El Parque Nacional del Teide, es en gran medida una
naturaleza rica tanto en lo geológico como en lo botánico, sin que excluyamos
las actividades y la impronta del hombre hasta finales del siglo pasado. No
solo cuenta con una actividad volcánica de características muy singulares en el
plano volcánico si no que también, hemos de incorporarle las actividades
humanas que han pervivido sobre este medio desde el mundo aborigen hasta las
limitaciones en la década de los 50 sobre las actividades del pastoreo y los
usos tradicionales que han modificado de manera significativa la gestión de
dicho territorio. Por ello, las huellas humanas y lo que es más importante, la
relación del hombre y el territorio han de tenerse en cuenta, máxime en los
tiempos que nos toca vivir, no solo por tratarse de un territorio singular,
visitado por más de 3 millones de turistas con una naturaleza seguramente
alterada por la actividad humana a lo largo del tiempo y la relación que tiene
el hombre con la naturaleza, hemos de cuidar con mucho esmero la cultura de
nuestro pueblo y el papel de la misma, en la gestión de tal singular espacio.
Por ello, los pastores, arrieros, carboneros, pinocheros, cazadores,
apicultores, senderistas y un largo etcétera han impuesto sus señas de
identidad en dicho territorio y lo que es más importante, la gestión de futuro
de dicho parque debe seguir contando con los mismos.
Valga como referencia, lo que nos dice don Benito Fraga,
guarda forestal de este territorio a lo largo de muchos años y nos cuenta cómo;
la actividad humana tanto la agroforestal como el pastoreo tuvo un peso tan
singular hasta que en la década de los 50, suspendieron el pastoreo en Las
Cañadas a pesar de la penuria y sufrimiento que tenía nuestro mundo rural, y es
que hasta esa fecha; entraban desde Los Realejos más de 5000 cabras para
aprovechar los pastos en dicho espacio, hasta que el frío invierno obligaba a
los pastores a alejarse de la zona. Situación de trabajo y sufrimiento que
costo sangre, sudor y lágrimas para romper con tal actividad pastoril en Las
Cañadas, y es que posteriormente introdujeron los muflones donde a pesar de
ello, se ha producido una importante recuperación de una vegetación sometida a
un sobrepastoreo en aquella época. Don Benito también nos cuenta, que tenían una
era para trillar centeno o cebada, en las proximidades de la casa de don Juan
Évora en Boca Tauce y qué decir, de las retamas que se usaban tanto para leña
como para forraje de los animales, de tal manera que todavía en los años 50 un
ganadero al sur de la isla murió huyendo de las autoridades en el paisaje
lunar, es decir la miseria y las crisis económicas que hemos vivido no han sido
buenos aliados de la conservación y cuidado de la naturaleza. Por ello, en
estos momentos hemos de hacer un esfuerzo de encuentro y de entendimiento,
entre los usos tradicionales y una gestión de conservación propia de los
tiempos que vivimos.
La gestión del Parque ahora requiere no solo mano izquierda, sino una política
de acercamiento entre los usos tradicionales y el cuidado del mismo, cuenta con
una importante actividad turística de más de 3 millones de visitantes. Por
ejemplo; si tuviéramos en cuenta lo que están haciendo en otros países para
luchar contra los incendios como en el caso francés donde se ha vuelto a actividades
agropastoriles para retirar combustible, además de una serie de temas para
comprometer a los pastores con la administración en la gestión y cuidado de
nuestra naturaleza, como son; actividades de aprovechamiento de madera,
obtención de cisco para la agricultura, mejora de las relaciones del hombre con
el territorio en el uso y aprovechamiento en elementos de la apicultura o
cacería, son temas que debemos tratar. El principal aspecto es implicar a la
población que ha estado históricamente relacionada con el Parque o que tiene
actividades próximas a los usos que hoy demanda la sociedad.
Los puentes entre gestores y conservadores del Parque y el
mundo rural, no pueden ni deben quedar alejados por la burocracia urbana, con
leyes que desgraciadamente no tienen en cuenta los usos tradicionales de
nuestro mundo rural, por lo tanto, naturaleza y naturalistas han de convivir,
no solo con los planteamientos científicos si no con una importante cultura que
ha gestionado este territorio a lo largo de los años y precisamente por ello,
gran parte de lo que tenemos hoy no es solo fruto de una naturaleza rica si no
del manejo y la convivencia del hombre en dicho territorio, es decir de una
armonía y un nivel de conocimientos del saber hacer, que no solo se resuelve con
prohibiciones y limitaciones impuestas desde fuera y alejadas de la realidad
social del territorio. Es decir, lo que demandamos son ojos de campesinos que
han de convivir con los gestores y los científicos que gestionan dicho
territorio. Por ello, queremos pensar que en el Parque Nacional del Teide no
ocurrirá lo que ahora sucede en el Parque Cabañeros, donde el debate entre
cazadores y conservacionistas hacen que el parque sea más un coto de caza que
un parque nacional propiamente dicho. Aquí y ahora, necesitamos una
participación viva entre el mundo rural y los gestores del Parque Nacional del
Teide, sin olvidar que en dicho parque están implicados más de la mitad de
municipios de Tenerife.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 7 de Diciembre de 2014
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