domingo, 13 de julio de 2014

Plátanos y bancos de alimentos

Estos días los agricultores plataneros han donado al banco de alimentos una cantidad cercana a los 750.000 kilos de plátanos. Este hecho solidario parece oportuno ya que los precios en el mercado no cubren ni tan siquiera los costes de empaquetado y transporte a la península. La llamada pica y los barrancos no son la alternativa.
La lectura que hemos de hacer es sobre la dificultad que tienen los agricultores para mantener la actividad agraria en las islas y competir con unas importaciones a la península que se venden con precios inasumibles. Se da la curiosa situación que, de todos los paises de la zona euro, sea en España donde los plátanos importados de fuera de la Unión tengan los precios más baratos. Nuestros plátanos para competir deben bajar su cotización, sin que ello suponga para los consumidores finales una rebaja considerable dados los altos márgenes que le añaden los distribuidores y comercializadores. A día de hoy, las importaciones cubren casi el cuarenta por ciento de la demanda de plátanos en el mercado peninsular. 

La media que han recibido en lo que va de año los agricultores es de unos cuarenta céntimos por kilo para la calidad superior, cantidad inferior a los costes de producción en las islas. Esto significa que nuestros plátanos se están vendiendo en los puertos penínsulares a aproximadamente 75 céntimos, ya que hay que sumar el empaquetado y los costes de transporte. Los plátanos no comunitarios se están llegando a vender en los puertos peninsulares hasta por 50 céntimos, cifra con la que no pueden competir nuestros agricultores. 

En el sector del plátano canario es de sobra conocido el gran peso de las pequeñas explotaciones sobre la producción total. Algo más del ochenta por ciento de nuestros plataneros producen menos de veinte toneladas de plátanos anuales. Gran parte de esa producción se realiza al aire libre, sometida a las inclemencias del tiempo y con rendimientos menos estables. Precisamente en estos días se está realizando la recolección más importante del año de estas explotaciones. Gracias a estas pequeñas explotaciones familiares al aire libre, la mayor parte de la producción del mes de julio se realiza en La Palma, donde estas condiciones son mayoritarias.

¿Pueden los agricultores que cultivan en estas condiciones donar sus plátanos a bancos de alimento en la península, no solo asumiendo los costes de producción, sino también el empaquetado y el flete hasta los puertos peninsulares? Estos costes no pueden asumirlos los pequeños productores que llevan bastante tiempo en una situación difícil y precaria. ASPROCAN y el resto de agentes participantes deben velar por repartir y asumir en la medida de lo posible los costes derivados de esta bonita acción solidaria. 

Esta donación es un acto altruista que conlleva sin embargo un importante esfuerzo que no debe recaer sobre los hombros de la parte más débil de los plataneros. Esto es así por que la situación económica actual se esta cebando sobre todo en las pequeñas explotaciones al aire libre, que están descendiendo de manera alarmante y continua. Según el economista Juan Nuez, durante el 2013 perdíamos unas trece explotaciones al mes, perdiendo unas dos mil en la última década. 

Hay razones suficientes para corregir la política agraria comunitaria relacionada con los plátanos. Las pequeñas explotaciones al aire libre deben ser reforzadas, dado el importante papel que juegan en el mantenimiento de la población de nuestro medio rural, sin olvidar las razones ambientales, con una agricultura más ecológica, más artesana. 

No parece razonable para el futuro de este cultivo competir con la producción africana y suramericana con precios que no permiten a sus campesinos disponer de unas condiciones mínimas de calidad de vida. En estos momentos para comprar un kilo de abono químico necesitamos vender más de tres kilos de plátanos. El precio de una pipa de agua de riego en Galdar o en Las Galletas supera el valor del kilo de plátanos. Los ciento ochenta millones de euros que la U.E. aporta para los agricultores de plátanos de Martinica, Guadalupe, Madeira y Canarias se están destinando en parte a cubrir los costes de producción, y no a mantener la calidad de vida de dichos agricultores, tal y como en principio se plantearon dichas ayudas. Los agricultores están perdiendo la ilusión y se están desmotivando dadas las dificultades económicas cada día mayores; se está volviendo imposible producir con los actuales costes.

¿Pueden recorrer miles de kilómetros en la bodega de un barco frigorífico cruzando el Atlántico para venderse a precios de cuarenta céntimos el kilo? Solamente el flete entre Canarias y la península cuesta 15 céntimos. ¿cuáles son las perspectivas de futuro para el campo canario? Hay razones suficientes para defender unos precios justos de una agricultura más solidaria que siembre futuro y porvenir en esta tierra. La actual guerra de precios obedece a estrategias de las grandes multinacionales del sector platanero, contra lo que no cabe sino unir nuestras fuerzas y luchar con todos los recursos disponibles.

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