Los últimos días de octubre nos han traído un susto en las
cumbres de Gran Canaria. Tras un largo verano sin apenas incidentes en nuestros
montes, sufrimos un incendio de cierto riesgo entre la Cruz de Tejeda y San
Mateo. La situación habría terminado en un desastre de no haber sido ayudadas
las labores de extinción por unas escasas lloviznas en la madrugada, menos de
veinticuatro horas después del inicio del incendio.
El esfuerzo en la lucha contra los incendios debe ser
continuo. Es un compromiso que tenemos que reforzar y adaptar para los próximos
años. Ciertamente hemos terminado uno de los años más afortunados en la
historia de Canarias en cuanto a incendios forestales; pero no es menos cierto
que el nivel de combustible actual (maleza, pastos de todo tipo, matorrales de
zarzas, helecheras, codesos, retamas…) crea unas condiciones extraordinarias
para la propagación del fuego en nuestros montes y zonas aledañas en las cinco
islas occidentales. No solamente hemos de felicitar a todos los responsables en
la lucha contra el fuego en este último verano, sino que hemos de
comprometernos con la prevención y adaptarnos a la situación actual con otra
política ambiental y forestal.
La isla de Tamarán cuenta actualmente con una importante
actividad agroganadera; proviene de la históricamente importante pérdida de la
superficie forestal tras las desamortizaciones, donde se incrementó la
actividad agroganadera en sus cumbres, persistiendo aún una importante
actividad pastoril con los únicos rebaños transhumantes existentes en Canarias.
Se ha de reactivar la actividad agroganadera en todas las islas, no sólo por
razones económicas, dado que nuestros campos están huérfanos de agricultores y
ganaderos, sino también por razones ambientales, pues está claro que las zonas
de pastoreo contaban con una gestión que ahora no cubrimos y en la que se crean
condiciones idóneas para la propagación del fuego. Esta peligrosa situación se
repite también en las antiguas tierras de pan sembrar (antiguas tierras para
sembrar cereal y legumbre), hoy carentes de cualquier tipo de cuidados de
mantenimiento.
Nuestro mundo rural sufre ante una situación de crisis
económica, en la que no vemos voluntad política ni social para animar y
potenciar el sector primario en las islas. Ante un invierno tímido en
precipitaciones y una crisis social y ambiental galopantes, en Canarias tenemos
que mirar al pasado. No tenemos que lamentarnos por un pasado perdido, sino
para reaprender parte de una rica sabiduría que ha permitido que en estas
islas, con más de 2.000 años de pastoreo sobre sus campos y montes, perviva un
rico patrimonio botánico y ambiental, gracias a la sabiduría y a la
conservación de nuestros sabios pastores y agricultores.
Don Benito Fraga, un guarda forestal de los montes de
Tenerife, recuerda aún el pastoreo en las Cañadas del Teide y cómo en el mes de
junio daban entrada, sólo desde Los Realejos, a más de 10.000 cabras para
aprovechar los pastos de verano en las cumbres de Tenerife. Tenemos que
atrevernos a plantear una nueva cultura sobre el pastoreo y la conservación del
medio ambiente. Recorrer gran parte de los campos de La Palma, amplias zonas
del norte de Tenerife, el Nizdafe en El Hierro, o lo que ocurrió el año pasado
en el sur del Parque Nacional de Garajonay, nos pone de manifiesto que la
actividad ganadera, de una manera controlada, con un manejo como el que
practican aún hoy en las cumbres de Gran Canaria parte de los pastores
transhumantes, ofrece técnicas que hemos de tener en cuenta para una mejor
gestión y conservación de nuestro medio ambiente.
Estamos creando situaciones como la que se acaba de dar en
el mes de octubre en Australia o la que se dio en el mes de septiembre en las
Montañas Rocosas, en el oeste de EE.UU., o lo que de hecho podía haber ocurrido
en las cumbres de Gran Canaria sino aparecen las citadas lloviznas. Es oportuno
un debate sobre el pastoreo como actividad económica y ambiental, en el que la
prevención de los incendios no dependa en gran medida de los medios mecánicos,
como de hecho ha ocurrido ahora en Australia y EE.UU., sino que en gran medida
está en reactivar la actividad agraria y ganadera, en la que voces como la de
don Benito Fraga o la de don Manuel Reyes en San Juan de la Rambla tienen mucho
que decir. En este sentido, hay que felicitar a los responsables del Cabildo de
Tenerife por haber incorporado el pastoreo en los montes que reforestamos en
Chivisaya en Candelaria.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 10 de Noviembre 2013
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