domingo, 10 de abril de 2016

Tenerife: Agua y sostenibilidad (II de III)

El agua hace pocos años no era una simple mercancía: era un bien básico para la vida. Ahora lo vemos como poco más que un servicio con un valor económico: gran parte de los herederos de los antiguos accionistas desconocen dónde están sus galerías. 

La población de la isla se ha duplicado en los últimos 60 años. Hemos logrado desarrollar una alta actividad turística y agraria gracias a los alumbramientos de aguas subterráneas, que a día de hoy cubren el 80% de la demanda. Sin embargo, de las más de 1.000 galerías con más de 1.500 km perforados, una gran parte está en abandono. Solo quedan en explotación algo menos de 600, y de estas una parte no alcanza ya las 15 pipas por hora de caudal.

Ahora tenemos problemas con los acuíferos: baja la calidad del agua y desciende el nivel freático, que en varias zonas ha bajado 500 metros en los últimos años. En el acuífero situado bajo Los Rodeos, que aporta agua potable a partes de Santa Cruz, La Laguna y El Rosario, está bajando el nivel freático entre 3 y 4 metros anuales. Las medianías de Tenerife son las más afectadas, ya que sus acuíferos son los más degradados.

Son precisamente las zonas medias y altas de la isla las que demandan el aprovechamiento de todas nuestras galerías, tanto para el riego como el consumo. La desalación de agua del mar nos hace más dependientes en todos los aspectos. La elevación de agua desalada desde la costa hasta las medianías encarece los costes al duplicar el gasto energético necesario, ello frente al nulo gasto energético del agua de galería.

La gestión de galerías, pozos y canales es fundamental. La administración debe animar a la iniciativa privada, dado su nivel de implicación y conocimiento: hemos de potenciar un tejido social que fomente y optimice los aprovechamientos de galerías y pozos. Muchas pequeñas galerías no cuentan con junta directiva, y en algunos casos se han llegado a tapiar buscando una supuesta seguridad. Las comunidades de aguas y las de regantes deben confluir con los intereses de la sociedad.

Necesitamos con urgencia reactivar a las comunidades de aguas, que mejoren canales y limpien y mantengan las galerías. La incertidumbre jurídica creada por el accidente de Piedra de los Cochinos aleja a muchos comuneros de la gestión de las galerías y las canalizaciones. A ello se suma que nuestra burocracia impide cualquier tipo de obras y mantenimiento, amparándose en la protección ambiental. 

Por nuestro propio bien, tenemos que reencontrarnos con nuestra historia, con una cultura del esfuerzo y del trabajo, con una cultura sostenible. La gestión de las galerías y del agua no puede ser solo un recurso económico a corto plazo, sino un objetivo social y ambiental.

No podemos maltratar ni tan siquiera un litro de agua. Busquemos un uso más racional del agua dentro de una estrategia insular de gestión del agua.

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